Procesos hologramáticos de las realidades y las relaciones sociales.

Los territorios los entendemos como la organización del espacio material y simbólicamente, resultado del modo de producción, la estructura política-filosófica y sus consecuentes relaciones de poder, clase social, pertenencia étnica y genérica.

El territorio es una relación de poder y puede contener distintos modos de producción o en escala, territorios subordinados, en resistencia, en proceso de disputa. Con perspectiva analítica de producción de estrategias para la organización del espacio por grupos y colectivos sociales frente a otredades, frente a otros ejercicios de poder en su dimensión espacio-temporal, en formas solidarias o de conflictos, relaciones entre individuos, comunidades, pueblos, conjuntos de pueblos, uno o varios Estados o Imperios.

Los territorios son mundos políticos, campos y arenas de lucha, con estructuras y funciones derivados por el trabajo humanizado, materialmente subyacente y simbólicamente expresado en culturas y filosofías de carácter procesual. Las territorialidades como formas de relaciones socioambientales también son procesuales e históricas.

Los territorios tienen un carácter de relieve social irregular, en ejes triples de sus dualidades; como esferas de realidades en su singularidad y en su totalidad; como relación de consenso y conflicto, de pasado y presente; como materialidad y simbolismo, en estructura, función y profundidad; la territorialidad, -permítase la metáfora- será el rodar de esas esferas en cuerpos, pensamientos y circuitos de sociedades que responden a sus procesos históricos, a su caminar en el tiempo y espacio.

Los territorios tienen configuraciones políticas internas, externas, alternas, con procesos múltiples de escala y tiempo. Son medios y parte de los medios de producción en el contexto específico, determinados por sus condiciones materiales, están condicionados por relaciones de poder, por el monopolio o mejor dicho por la hegemonía del uso de la fuerza, la concentración de la riqueza y la imposición de verdades de los diferentes sistemas de dominación y usurpación.

El territorio es estratégico al ser un proceso colectivo condicionado por las relaciones de poder y por los mecanismos de articulación social, en disputa o en redes solidarias, con cohesiones y rupturas en espacio y tiempo, es estratégico por sus contenidos, sus relaciones externas o sus localizaciones contiguas, los territorios no son producto de una meras casualidades, son productos generados por formas de conflicto derivadas de los modos de producción donde emergen relaciones de producción desiguales en su dimensión espacial no uniforme.

La importancia del territorio radica en ser espacio producido/significado, donde se crean las prácticas sociales y culturales, en ello se desenvuelven significados y formas de producción; es en el territorio donde se establecen referencias, rumbos, sentidos, regiones y planes, a partir de su propia diversidad interna y sus relaciones alternas como se produce la riqueza y el orden social. El territorio es así el producto espacial de la organización del trabajo productivo de los modos de producción y transformación en sociedades y naturalezas (estructura) con expresiones ideológicas y culturales (superestructura) que se dinamizan en los modos de vida concretos diferenciados o relacionales con las otredades de interrelación; el territorio es una síntesis geográfica, política y cultural del conflicto.

El territorio se significa y se simboliza, se georreferencia y socio referencia, se define en sus geo símbolos y en sus incorporaciones al pueblo que lo habita y produce culturalmente, se corporaliza y se integra en redes de universos de sentido y significado, es simbiótico entre naturaleza y cultura, es semiótico y político. Territorios simbólico-culturales, materiales-históricos, políticos.

Los territorios pueden estar superpuestos, yuxtapuestos, en yunción o disyunción, en disputa, en dialécticas relaciones basadas en el conflicto, por usurpación, colonialismo, anexionismo, invasión, dispersión o negociación, congregación, cohesión o articulación económica, política, cultural y biocultural. Es finalmente producto de las relaciones de poder, producto del conflicto o alianza, adquiere singularidad y totalidad a lo interno y externo en su proceso de configuración y reconfiguración a partir del trabajo que lo transforma constituyéndose políticamente en espacio soberano, autónomo, dependiente, subordinado, usurpado, emergente, insurgente, revolucionario.

Los territorios como unidades de diferencia (en unidad y lucha de contrarios) pueden ser estudiados de forma inter y transdisciplinar, tienen significados objetivos y subjetivos, son polisémicos, pueden distinguirse en diferentes escalas, son multiescalares; la escala depende de criterios metodológicos de acuerdo con el análisis, las convenciones sociales o los criterios políticos; son polifacéticos, pueden verse desde diferentes expresiones según nos acerquemos a su diferenciación, no son homogéneos, no existe tal unidad absoluta en tanto relaciones de frontera cultural, política, económica. El polilingüismo explícito patente en la mayoría de los pueblos refleja esas interacciones, cual universos que se contraen y se expanden, espacios porosos, nebulosas o concentraciones de materia y energía organizadas por el trabajo y en tendencias claras de parabolismos y metáforas.

Territorios y territorialidades no son replicables ni homogéneos, son asimétricos, no predestinados salvo por decreto del poder o por prejuicios psicosociales, pueden ser semejantes pero no pueden existir dos o más territorios o territorialidades iguales, siempre existen factores y agentes sociales del conflicto que los diferencian y en ello va el error de la inmensa mayoría de las políticas de Estado, de las lógicas mercantiles y de los procesos imperialistas, que hacen homogénea la definición de los otros y otras, ejemplo paradigmático es la categoría supra étnica de indio o de las luchas feministas, de género y etarias o de los procesos de liberación sin distinción de sus singularidades, considerados bajo hegemonía de formas y formatos. Universos-mundos políticos son diferenciables y de alguna manera holísticos en dimensiones, niveles, conjuntos, dispersiones, contenidos y contenciones. Territorios /pueblos/movimientos complementarios, disociados, yuxtapuestos y dialécticos.

La Región está asociada a elementos interculturales complejos, con los cuales se entrelazan procesos en una escala mayor a lo local y en procesos de conformación de mediano y largo plazo, existen diferentes formas de aproximarse a definirlo, como región capital, región cultural, región natural, región política y sobre todo económica. La región tiene un carácter fundamentalmente social y es una unidad de agrupamiento de elementos diferenciados, no semejantes como el territorio.

La Región, al igual que el territorio tiene un significado diverso, pero lo distingue sus elementos transversales en las relaciones sociales. Es un elemento no sólo de poder sino de integración de procesos y de diversidad. La región es considerada espacio de diversidad interna y relativa semejanza de procesos o condiciones de existencia, ni univóca ni permanente, de carácter teórico, metodológico y referencial, temática y procesual, no específica y cerrada, con diferenciación de escala para el estudio y organización de fenómenos sociales, naturales, climáticos, poblacionales, económicos, políticos,… de sus interacciones, puede establecerse como micro, meso, macro, es una categoría que refiere complejidad. Con procesos de superposición, altercomposición, yuxtaposición y dialécticas relaciones económicas, políticas, bioculturales y todas aquellas relaciones de las interacciones sociedades-naturalezas.

La Zona en términos estrictos es una franja más o menos delimitada de forma paralela en donde se distingue una característica específica, la zona presenta elementos característicos en lo local y específico, de carácter operativo y delimitado. La zona de conflicto es el espacio específico de la confrontación de las relaciones de poder y el lugar donde se desarrolla de manera concreta un episodio temporal (corto, mediano o largo plazo) de conflictos (en diferentes escalas, pequeña, mediana grande espacialidad) con diferentes intensidades (baja, media o gran intensidad).

Mapa: Dispositivo técnico y cultural herramienta gráfica de representación de cierta información y cualidades de la superficie terrestre de acuerdo con los intereses del poder político o bien práctica cultural de las comunidades que registra y clasifica las cualidades de los lugares o de la totalidad.

Para definir el territorio es necesario entenderlo como espacio de poder y en ello existen por lo menos dos opuestos en la disputa del poder y su reflejo, los territorios, esto lo podemos observar en las formas de lucha entre un poder popular (en toda su amplitud y diversidad) y el poder hegemónico (generalmente homogéneo, aunque también diverso). Las luchas sociales reflejan esas
relaciones de poder y la victoria de una insurgencia, rebelión o movilización implican reconocer no sólo territorios o capacidad de fuego o fuerza, sino la voluntad y el consenso.

La lucha de clases tiene espacios, tiempos y características específicas donde insurgen procesos para la liberación, los territorios son procesos dialécticos (unidad y lucha de contrarios, relaciones de transición cuantitativos y cualitativos, procesuales y negación de la negación).

El territorio es el espacio consciente o subconsciente del poder. El territorio es el resultadoespacio-temporal de las relaciones dialécticas de poder.

El territorio es el espacio del poder. La territorialidad son estrategias comunes y prácticas sociales.

El territorio es al espacio lo que la conciencia de clase es a la clase*.

La territorialidad es la práctica colectiva, la vida que se desarrolla en los espacios, con ejercicio de poder o con prácticas que recorren en el tiempo diferentes espacios.


La territorialidad es una estrategia espacial para vivir y transformar diferentes espacios a partir del control de la zona, las formas e intenciones de apropiación, organización y control material y simbólico del espacio, por distintos actores, con ciertas prácticas, estrategias e instrumentos determinados espacial y temporalmente.

Cada modo de producción tiene asociados formas, estructuras y funciones territoriales que son reflejo de las estructuras y relaciones sociales (económicas, políticas, culturales, militares)

Las luchas de clases tienen sus características propias en cada territorio y en cada proceso, tienen sus totalidades y singularidades características propias y distintivas como si de mazorcas de maíz o cacao se tratara, cada semilla se encuentra en un espacio, tamaño y lugar, como el agua en movimiento o estado físico, a veces nube, neblina, brisa, otras flujo y caudal estrepitoso, quizá oculta y subterránea, en mares y lagunas, manantial o turbulento río, en cuerpos y territorios, en abundancia o escasez, residual, pura o turbia, en tierras de todos los colores y en sustancias implícitas o explícitas. Metáfora social de los mares turbulentos que envuelven escasos islotes de abundancia; corrientes, vientos y sismos sociales generan epicentros y zonas de intenso cambio.

Los territorios, por sus mismas relaciones de poder no son absolutos ni estáticos, tienen diferentes dinámicas de movimientos, interpelación e interpenetración social, son intersubjetivos, asociados y relacionados, las territorialidades son las muestras más explícitas, por naturalezas y culturas en dialécticas relaciones de poder entre comunidades, pueblos, pueblos/Estados, Estados/Imperios, de humanidad/naturaleza, todo ello mediado, disrupto y cohesionado por el trabajo acumulado y el trabajo vivo, por antropocentrismo y por significados. El territorio es política en esencia y espacio.

La importancia de reconocer el territorio y la territorialidad más allá de las unidades de Estado de la teoría clásica y el pensamiento hegemónico asociado a estos. Existen así otras unidades políticas que cuentan con producciones territoriales y territorialidades, entre ellas los pueblos originarios de procesos milenarios y centenarios en el continente. En análisis de escala el territorio puede contener también diferentes modos de producción agrupando otros territorios y modos subsumidos.

Entender al territorio como un complejo de elementos materiales y simbólicos es impulsar el debate de un concepto polisémico y base sociopolítica de la acción acorde al pensamiento y la cultura, los objetivos y la organización política-territorial, en diferentes áreas del conocimiento desde la historia a la antropología, la geografía, la sociología, la psicología, la medicina, la literatura, incluso en las ciencias físicas y naturales, aquí nos centraremos en el territorio como campo de lucha política referenciada principalmente en grandes expresiones y en específicos contenidos y pensamientos.

En las teorías y en las prácticas encontramos inseparables la lucha política del concepto de territorio, no existe mejor geografía que la práctica de los pueblos y organizaciones en las revoluciones, mejor teoría, método, interpretación y  análisis que al calor de los procesos de lucha tierra a tierra, cuerpo a cuerpo y mente a mente, las revoluciones como motor de transformación de los modos de producción entre los pueblos originarios, los movimientos revolucionarios, la autonomía y la independencia como expresiones de soberanía con sustento territorializado, entre otros: parte de los medios de producción, diversidad específica y el trabajo productivo de subsunción en procesos materiales dialécticos del desarrollo de la lucha de clases (Marx, 1981); construcción-destrucción por el trabajo y el capital por relaciones de poder (Raffestin, 1993)[1]; organización Estatal y paso de sociedades gentilicias a unidades territoriales (Engels, 1985); derecho a la autodeterminación (Lenin, 1917; 1981); vínculo de la guerra y la cultura (Pineda, 2011); geocultura y tiempos (Braudel, 1986); disputa multiterritorial (Haesbaert, 2013); campo de lucha y organización política del mundo (Toledo 2016; 2020); conjunto indisociable de sistemas de objetos y acciones (Santos, 1993); unidades políticas de resistencia (Bonfil 1971; 1981; 1987); áreas culturales Mesoamericana, Aridoamérica y Oasisamérica (Kirchoff, 1943); escalas de tiempo de corta, mediana y larga duración (Braudel, 1992); tricontinental desde el Sur del mundo y guerra de liberación (Guevara, 1967)[2]; cronotopos del relato y marco espacio-temporal de (Bajtin, 1989); capitalismo tardío (Mandel, 1980); fenómeno y esencia (Kosik, 1967); capitalismo y pueblos indígenas en los Andes (Mariátegui, 1930); dialéctica de la dependencia en territorios de subdesarrollo y revolución (Marini, 1973); colindancias e interrelaciones (Korsbaek, 1999); etnoterritorio (Barabas, 2004a y b); territorialidades superpuestas  (Agnew y Oslender, 2010; 2005)[3]; culturas políticas y biodiversidad (Escobar, 1997) derecho de autodeterminación y soberanía colectivo de los pueblos (López, 2017); producción de espacio social contradictorio y diferencial (Lefevbre, 1976); diferencia de clase social e ideología patria de desposeídos y libertarios (Flores, 1916); sistema mundo (Wallerstein, 2013; Foucoult, 1984); civilización y barbarie (Benjamin, 2008); descolonización, independencia y refundación, en tierras, cuerpos, pensamientos (Ho Chi Min, 1968); relaciones sociedad-naturaleza-trabajo (Reclus, 1905); la hegemonía, Estado integral y las crisis orgánicas (Gramsci, 1981); la colonialidad del poder y articulación de modos de producción (Quijano, 1977); Tierras, montes y aguas (territorios) (Emiliano Zapata 1914)[4]; territorio y guerra limitada (Clausewits, 2006); territorios, cuerpos y pensamientos (Fanon, 1961) fundamentales para las prácticas culturales, políticas y las luchas de liberación nacional, anticolonialistas, antipatriarcales, descolonizadoras, antiimperialistas. Capitalismo en las periferias y desarrollo desigual (Amín, 1974); lucha por la tierra y construcción política del territorio (Stedile y Fernandes, 2012); conceptos y sistemas: territorio (Santos, 1990; 1994), Pueblos y culturas de Mesoamérica (Wolf, 1979), múltiple modernidad y ethos barroco (Echeverría, 1989); formaciones territoriales coloniales (Moraes, 1991; 2007); espacio y poder (Claval, 1979); implosión, explosión (Gluckman, 1965); nuevo imperialismo y posmodernidad (Harvey, 1998; 2004); clases sociales y pueblos (Bate, 1998); categorías y epicentros de revolución y rebelión (Katz, 1990); metodología y posiciónes políticas (Lacoste, 1977); territorios y nación (Montañez y Delgado, 1998); escala y territorio global- local (Pillet, 2008); totalidad y fragmentos (Pradilla, 1997); horizontes de las teorías/ escuelas (Ortega, 2000); cuerpos, territorios, epidemias (Aquino, 2019); rebeliones y pueblos (Castro, 1996); espacio y vida cotidiana (De Certau, 2000); La conquista de América, la cuestión del otro (Todorov, 1982); repúblicas y reinos indios (Levaggi, 2001); procesos políticos (Lewellen, 1994); ciudades latinoamericanas (Morse, 1973); topofilia (Tuan 2008); rebeliones en Istmo de Tehuantepec (De la Cruz, 1983); sociedades cimarronas (Franco, 1981); la invención de América (O´gorman 1995); las venas abiertas de América Latina (Galeano, 1971); proceso de insurgencia (Hamnett, 2010); pueblos municipios (Burguete y Mayor, 2008); ayllú- callpulli (Delfín, 2012); proceso histórico de los pueblos indígenas (Montemayor, 2008).

Muchos de los movimientos y pueblos en procesos de lucha analizan el territorio en definiciones y categorías políticas, nación, pueblos, reinos, colonias, provincias, intendencias, departamentos, regiones, imperios, estados. Sería enorme referirlo, pero sobresalen entre otros pensamientos en Asia, África y América: Tse Tung, Trotski, Sung, Lumumba, Ho Chi Min, Öcalan, José Martí, Fidel Castro, Aimé Cesáire, Simón Bolivar, Almicar Cabral, Thomas Sankara. En México Hidalgo, Morelos[5], Mina, Matamoros, Guerrero[6], Alquisiras, Trujano, Juárez, Zapata, Villa, Jaramillo, Cabañas, Vázquez, Gámiz, Gaytán, Yáñez[7], pueblos y comunidades en resistencia zapatistas, pueblos y colectivos en movimiento en montañas y costas en los territorios indígenas y ciudades en el sur, norte, occidente, oriente y centro del país y en regiones específicas del conflicto, las luchas por la libertad y la justicia con métodos y procesos de liberación nacional, creación de autonomías, la defensa, creación y recuperación de territorios rurales y urbanos, de las montañas a las ciudades y de las montañas al mar; el internacionalismo y la especificidad de territorios, el imperialismo y la colonialidad.

Género y territorio con perspectivas y mirada desde Latinoamérica, que abarca un amplio conjunto de procesos en México, Centroamérica, Colombia, Kurdistán, Irán, China, Norteamérica, África y por mencionar almenos el andino ch’ixi (Rivera, 2010; Lehm y Rivera, 1990); clase y raza (Davis, 2004); campo de poder (Segato, 2014; 2016); territorios género, urbanidad y ruralidad (Olivera y Da Silveira 2020); mujeres, semillas, tierras y territorios en América Latina (Korol, 2016; Roy, 2001); Navdanya (Shiva, 2007); dependencia y subdesarrollo (Bambirra, 1973); mundos y descoloniales (Mercado et al. 2019), afrodescendientes y culturas (Avendaño, 2011); regiones, zonas y áreas hacia la transformación de pueblos-territorios-movimientos, liberados, rebeldes, emergentes, insurgentes, revolucionarios. Mingas, tequios, movilizaciones, quilombos, asambleas.

Los territorios de los pueblos originarios son estratégicos por sus contenidos milenarios (recursos naturales/fuerza de trabajo/cultura) por su diferenciación bio cultural (conocimiento y organización, reproducción/continuidad), por sus articulaciones procesuales históricas y políticas, hegemónicas y contra hegemónicas, como unidades de resistencia, rebelión e insurgencia de posibles/potenciales conflictos (rupturas y discontinuidades), por memorias encarnadas/ territorializadas de emergencia y cargas epistemologías/ideologías/filosofías de ruptura a la expansión de modos de producción sobre la cotidiana reproducción y cultura expresada en formaciones socio territoriales en nudosidades[8]y sobre todo en nubosidades y nebulosidades que se presentan recurrentes.

En ese sentido Raffestin (1993) comenta: Segmentaciones, nudosidades y redes crean vecindarios, accesos, convergencias, pero también disyunciones, rupturas y alejamientos que deben asumir los individuos y los grupos. Cada sistema territorial secreta su propia territorialidad, que viven los individuos y las sociedades. La territorialidad se manifiesta en todas las escalas espaciales y sociales y es consustancial a todas las relaciones; se podría decir que es la “cara real” de la “máscara” del poder.

Las relaciones de poder y el hecho mismo del ejercicio del poder en el presente son causas centrales ordenadoras del espacio y el tiempo, de las voluntades/ otredades sometidas a relaciones de fuerza, ejercidas en todas las dimensiones de las prácticas sociales y culturales, Raffestin (1993: 7, 10):

En cualquier relación circula el poder, que no es poseído ni adquirido, sino pura y simplemente ejercido” […] “un juicio” del territorio en virtud del cual se manifiestan todo tipo de relaciones de poder que se traducen en tejidos, redes y centralizaciones cuya permanencia es variable, pero cuya esencia no cambia en cuanto a categorías imprescindibles. El territorio es también un producto “consumido”, o si se prefiere vivido por aquellos que, sin haber participado en su elaboración, lo utilizan como un medio. Es aquí donde todo el problema de la territorialidad irrumpe, permitiendo verificar el carácter simétrico o asimétrico de las relaciones de poder. La territorialidad refleja seguramente el poder que se aboca a consumir mediante sus “productos”.

Señala también la existencia real de la geografía del o de los poderes, a lo que podemos añadir, en su doble instrumento: la cartografía del poder mecanismo simbólico y en la guerra materialidad concreta de esas relaciones de poder entre Imperios, Estados, pueblos, tribus y comunidades.

Es esencial comprender que el espacio es anterior al territorio, que éste se generó a partir de aquél y que es el resultado de la acción de un actor sintagmático (aquél que realiza un programa) en algún nivel. Al apropiarse, concreta o abstractamente (mediante la representación, por ejemplo), de un espacio, el actor “territorializa” el espacio. Lefebvre expresa perfectamente el mecanismo por el cual el espacio pasa a ser territorio: “La producción de un espacio, el territorio nacional, espacio físico, delimitado, modificado, transformado por las redes, circuitos y flujos instalados en él: rutas, canales, vías de tren, circuitos comerciales y bancarios, carreteras y rutas aéreas, etc.” “Desde esta perspectiva, el territorio es un espacio en el que se ha proyectado trabajo, energía e información y que, en consecuencia, revela relaciones marcadas por el poder. El espacio es la “prisión original”; el territorio es la prisión que los hombres se dan a sí mismos (1993: 7, 10).

Desde la perspectiva de muchos de los pueblos originarios el espacio no es un ente cerrado y delimitado de forma estática sino con formas de movimiento espectral y holográfico de interacciones constantes internas y externas, los territorios derivan de voluntades planeadas o programas, en su trazo y estrategia, no es producto de la casualidad sino de la unidad contradictoria de sistemas, dialécticas relaciones de conflicto superpuestas y yuxtapuestas, su desarrollo histórico.

Confluyen en el territorio diversos mundos en universos de posibilidades y significados, cohesionan las relaciones sociales, ordena el sentido de espacialidad; lo refiere en torno a entidades abstractas que generan fenómenos o hechos materiales, no en un pensamiento mágico sino en una trialéctica de rumbos y mundos, de replicables sociedades humanas como paradojas de la naturaleza-cultura, de unidad y lucha de contrarios en relaciones de poder humano y no humano, ecúmenos y anecúmenos[9]; el territorio- mundo que queremos mostrar en este texto implica un ordenamiento de entidades humanas y no humanas, un orden que expresa relaciones de poder entre la humanidad y, entre ésta y el anecúmeno. El transformismo[10] o nahualismo será el reflejo de los elementos indicativos de esas hilaciones entre las relaciones sociales y las relaciones de poder, entre diferentes universos; como pensamiento metafórico más allá de simple interpretación mágica, derivada mítica, filotopía y práctica de las relaciones de poder significadas en horizontes, niveles y profundidades.

En ese sentido, entre la materialidad y la espiritualidad, encontramos el simbolismo, la significación, la valorización y el uso de recursos, entre lo productivo y lo inasible, en una serie de pensamientos ancestrales y vigentes que los pueblos originarios practican de diferentes formas y métodos; los recursos naturales se vuelven así entidades vivas: el agua, las piedras, los montes tienen por decirlo así, vida inasible cuyos flujos de materia y energía se deben regular y comprometer en relaciones entre humanos y naturaleza, a través de mediadores y acciones, prácticas de pedimento, solicitudes vía ofrendas y ceremonias, cantos y danzas, mecanismos de relación agua-sangre, tierra-cuerpos, palabra y piedra, animales, mensajes, huellas, posesión metonímica de los elementos del territorio.

El carácter normativo de las relaciones sociales se da sobre la narrativas, relatos y crónicas de sucesos de pasado y futuro a partir de la base del rito y la ceremonia, pedagogías y memorias continuadas en prácticas culturales sobre el espacio en el sentido de la cosmología y cosmografía, la cosmogonía, la historia o la geografía, desde dentro de la filosofía de los pueblos originarios, en sus niveles horizontales y verticales, en sus sentidos de organización del mundo existente, no sólo del conocido y limitado por una racionalidad sino por lo que puede ser palpable, observable, comprobable desde determinado sistema de análisis. El mundo que se trabaja por los humanos y el cosmos se trabaja por las fuerzas naturales que deben ser ordenadas por la acción de los humanos, que son imposibles en esas coordenadas trabajarlos en el sentido directo del trabajo humano.

Florescano (2000): Los indígenas contemporáneos piensan que la superficie terrestre es cuadrada y está rodeada por agua, que algunos identifican con el mar primordial. La tierra es morada de los seres humanos, lugar donde florece la naturaleza y confluyen fuerzas fecundadoras del cielo y las germinales del inframundo.

En una amplia compilación de relatos Monjarás (1987) en el libro Mitos cosmogónicos del México indígena, se refiere a una amplia serie de relatos que dan sentido y significado a las dimensiones espaciales de tiempo largo en la historia de los pueblos, relatos que norman la existencia, el origen y razón de los pueblos, los estructura y funcionaliza en la dinámica territorializada de historias lejanas de origen y establecimiento de los pueblos, su relación territorializada y las formas de comprender el cosmos circundante de lo que podríamos proponer como civilizaciones y modo de producción mesoamericano y modo de producción aridoamericano.

La territorialidad de esas prácticas está basada en los marcadores de horizonte de los pueblos pero más aún en la relación con esos mundos, en un cosmos mayor, multi escalar, las prácticas de rito y ceremonia tienen su principal actividad en el territorio pero no se circunscribe sólo a éste, se pueden desarrollar incluso en territorios lejanos y alejados de los ombligos (cómo metáfora de tierra natal y mortuoria), así el territorio concreto y auto delimitado de los pueblos es referencia, pertenencia y cohesión por lazos de parentesco o de región, el territorio indígena se desenvolverá también en las esferas económicas, políticas, religiosas y a otra escala, se desenvolverá en las otras tierras, como parte de la conciencia de la existencia de universos más amplios.

El territorio así no es sólo una prisión, son campos de poder, de batalla, de lucha política o bélica, de negociación, interetnicidad y culturas híbridas con permanencias, continuidades y rupturas, de un campo de poder dentro del universo socio-natural, dentro de un universo político, universo de posibilidades internas y externas, materiales y simbólicas, entre los pueblos, los capitales, los regímenes, los sistemas mundo, los modos de producción en expansión; el territorio es siempre móvil y está en disrupción, en constante usurpación y en ocasiones en negociación o en procesos solidarios vía parentesco, vía rito, vía comercio. El territorio es una idea y una materia, es también una arena de lucha de las relaciones de poder que requiere el rito y la ritualidad, que genera nuevos territorios y territorialidades, se enmarca en las relaciones de poder con las alteridades, se produce en el conflicto esporádico o cíclico, en el temporal meteorológico, en el retumbo geológico, en la dialéctica entre animales, plantas, aguas, tierras, rayos, pueblos, naciones, Estados o Imperios.

El universo de relaciones tiene un orden, una organización de las relaciones de poder. Así el espacio no se crea ni se destruye sólo se transforma, el territorio transforma materias, ordena energía, significados, como creación política económica dinámica se crea, produce, transforma, apropia, usurpa, recupera, abandona, desintegra en partículas menores, destruye, explosivo o implosivo, se dispersa o se olvida. El territorio es además testimonio, referente y existencia material y simbólica. El territorio es ante todo un espacio de memoria.


[1] Raffestin (1993) en Prefacio que realiza a la obra “Por una geografía de las territorialidades y las temporalidades: Una concepción multidimensional orientada a la cooperación y el desarrollo territorial” de Saquet Marco A. (2015).

[2] Ver: La Carta de Argel. Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos. Argel, 4 de julio de 1976.

[3] Ver también: Oslender (2008).

[4] Ver: Toledo, Aquino y Bautista. 2022. Ver también en el Plan de Ayala (1911) solemnemente aprobado por más de cuatro mil personas en las montañas del sur que nacieron esta proclama, jurando frente a la bandera, firman: 7 generales, 18 coroneles, 23 capitanes y 1 teniente mayoritariamente de Morelos, algunos de Puebla y del Estado de Mexico. El Acta de Ratificación del Plan de Ayala en el Campamento Revolucionario San Pablo Oztotepec, Milpa Alta. 19 de junio de 1914 muestra que 14 eran originarios de Morelos, 9 de Guerrero, 6 de Puebla, 3 del Estado de México, uno del Distrito Federal, 1 de Hidalgo, 1 de Sinaloa, 1 de San Luis Potosí, 1 de Veracruz, y 1 de Zacatecas; 7 coroneles de Morelos, el Distrito Federal, Estado de México, Hidalgo y Zacatecas. Sin anotación de grado militar 2 de Puebla y 1 de San Luis Potosí (Pineda, 2016).

Ver 1ª Declaración de la Habana (1960) y 2ª Declaración de la Habana (1962).

Ver Declaración de la Selva Lacandona. 31 de diciembre de 1993.

[5] En 1813 el nombramiento de Generalísimo de los ejércitos de América, Morelos tendrá por aclamación popular y el cien por ciento de los votos de los oficiales de tropa, dando un giro a la insurgencia y declarando la independencia total (sin máscaras) de la América con el proceso de revolución política y social.

[6] Vicente Guerrero será el continuador del proceso de independencia en la fase de guerrillas como Comandante de las Mixtecas, como General de los Ejércitos del Sur, y como presidente de México decretando la abolición de la esclavitud por tercera ocasión, antes lo hizo Hidalgo el 6 de diciembre de 1810 en Guadalajara y Morelos en 1813 en el Congreso de Anáhuac, el programa de gobierno de Guerrero refiere además de libertades políticas y económicas, procesos de igualdad, territorialidad y derechos colectivos.

[7] Cabe mencionar que esta es toda una etapa de la segunda mitad del siglo XX y el inicio del siglo XXI entorno a las Luchas de Liberación Nacional y los procesos de revolución, rebelión e insurrección de América Latina. Ver: Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos 2015, 2016, 2017 y 2021.

[8] Raffestin (1993) op cit p. 114

[9] Alfredo López Austin hace esta categorización de por lo menos estos dos mundos indisociables.

[10] El perspectivismo es la corriente de pensamiento que plantea la existencia de relaciones sociales donde no existen muchas culturas y una naturaleza como lo afirma el racionalismo eurocéntrico sino como relaciones de una misma cultura con muchas naturalezas. Animismo, chamanismo, nahualismo, totemismo.


Los territorios son productos históricos del conflicto en diferentes procesos, escalas, tiempos e intensidades diferenciadas.
Un ejemplo
Tesis: la revolución es posible sólo en Europa con el movimiento obrero.
Antítesis la revolución es posible sólo en el sur del mundo con el campesinado o los marginados.
Síntesis: la revolución es posible en un proceso de articulación de los oprimidos sean obreros, campesinos, indígenas, intelectuales, … con las características específicas de sus territorios y el desarrollo de sus propias fuerzas productivas.
Tesis: los territorios son permanentes (material y simbólicamente)
Antítesis: no existen los territorios, las comunidades se desterritorializan y se desmoronan.
Síntesis, es un proceso dialéctico: territorialidad, des territorialización- re territorialización. Los territorios pueden estar en disputa, en conflicto o negociación. A través de la guerra, las luchas de género, de culturas, y la lucha de clases, la dominación, opresión, explotación, racismo, segregación o cualquier otro ejercicio de poder individual, familiar, colectivo, comunitario, regional, nacional o internacional. En todos los ámbitos de la vida, en territorios indígenas, escuelas,
hospitales, fábricas, trabajos, …

Esas disputas del territorio se dan a partir de estrategias, no de forma espontánea. Muchas veces esas estrategias son públicas, abiertas, pero existen también estrategias ocultas, clandestinas, silenciosas. Existen diferentes tipos de movilizaciones y diferentes tipos de movimientos con estrategias políticas, militares, económicas, culturales.


El territorio es también la relación sociedad- naturaleza indisoluble y diferenciada, como unidad, como dependencia, como depredación o como uso racional.
Son también las tierras, aguas, bosques (habitat) que un Pueblo ocupa, utiliza y necesita para vivir con dignidad y desarrollar su cultura. Medio de producción y de cultura. A decir del Ejército Libertador con Emiliano Zapata en 1913: Tierras, montes, aguas.


Derecho Colectivo y no sólo individual.
Los Pueblos tienen derecho a la Libre Determinación y uno de sus componentes principales para desarrollarla es el derecho al territorio.

Territorio como sistema de organización del espacio derivado del modo de producción, espacio de soberanía como independencia o autonomía, con bases materiales que garantizan la reproducción cotidiana, con significados y manifestaciones culturales reflejo del modo de vida de determinadas formas de transformación de la naturaleza, de la organización social y política.
(Toledo 2022)

Los mitos del territorio.

El territorio no es exclusivo del poder de la clase dominante: Estado, monarquía, imperio o empresa.
También y sobre todo existen territorios de pueblos, de los trabajadores, …

El territorio / poder, es espacio de soberanía (como autonomía dentro de un Estado o como independencia fuera del Estado), se transforma, se lucha, se disputa, es dinámico, por procesos de conflicto y/o consenso, por las intensidades de las relaciones de poder.

No existe un único territorio, es un complejo proceso de territorialidades.

No hay un territorio idéntico a otro, no son replicables ni absolutos, pues se encuentran siempre en dialéctica disputa con características específicas, pueden ser equiparables.

No todas las luchas son territoriales pero si territorializadas y temporalizadas.

No hay un único territorio para un pueblo, pueden existir muchas combinaciones y prácticas. Nuevos territorios. Territorios ancestrales. Territorialidades que se expanden o contraen. Territorialidades superpuestas, yuxtapuestas, dialécticas. Territorialidades en disputa.


Las características de los territorios.
Los territorios deben entenderse como totalidades y singularidades y tiene una fuerte vinculación a las Filosofías de los pueblos.

Las Toponimias reflejan mucho del conocimiento del territorio y las relaciones de poder.

La identidad y el Ser/ Somos, cohesiona y transforma, hay continuidades y rupturas.

Estar en tiempo y en espacio, los pueblos refieren esa unidad.

Camino de transformaciones cíclicas y alter cíclicas con horizontes / hologramas de evoluciones y revoluciones. La rueda de la historia camina.

Los tiempos y espacios del ser y del no ser, otros seres, otredades y transformismos, dialécticas formas de existencias y re-existencias.

Se parte en el marco de la colonialidad del poder de las hipótesis para los pueblos originarios:
 Los territorios son productos históricos de la guerra.
 Los pueblos originarios son hechos políticos y culturas de resistencia frente al poder usurpador.
 Los territorios de los pueblos originarios son territorios estratégicos en la disputa por el trabajo, los
recursos y las rutas económicas que derivan en sistemas de organización social, cultural y política.
 El conflicto como el principal mecanismo dialéctico de ruptura/continuidad cultural en el proceso de resistencia de los pueblos frente a la guerra de expansión e intensificación de la dominación, emergiendo semiósferas y relaciones de frontera. (Lotman, 1983)
 Planteando la existencia de epicentros políticos del conflicto en torno a la resistencia a la usurpación y los dispositivos político-militares e ideológicos del poder hegemónico sobre los pueblos y las alteridades.

3 fuentes y 3 partes del territorio, de la región y de la zona.
Fuentes:
 De carácter ontólógico y epistémico, de origen milenario, centenario, …
 De carácter procesual y dinámico, se transforma
 Deriva de las relaciones de poder de los modos de producción
Partes
 Espacio Político (política y/o guerra)
 Medio de producción (infraestructura /los medios de producción)
 Cultural (simbólico, referenciado, testimonio y codificado)
Existen diferentes tipos de territorios (polisémico: diferentes significados) dependiendo del tema de estudio, distinguiendo sus aspectos y conceptos principales.
Escalas diferenciadas, (cuencas, Estados, pueblos, regiones, zonas, costeras, rural, urbana…)
Relaciones: políticas, económicas, guerras, culturales, ambientales, conflicto y/o negociación. Cuerpo/polis/ praxis/ mundo/ cosmos.
1º territorio el cuerpo de trabajadores, el cuerpo de mujeres, hombres, niños, ancianos.
2º: colectivo social o comunitario
3º: relaciones amplias teoría/ práctica y trabajo
4º: sociedad integrada en identidad local, regional o nacional
5º: universo inscrito a otros pueblos y macroestructuras: interregional, internacional o global

Emergen- Insurgen desde abajo, desde adentro, pensado, planeado, organizado, en un entorno adverso en condiciones adversas, frente a la existencia de otros, insurrecciona la realidad.


Así, estas epistemologías y estos conocimientos se traspasan de generación en generación, dentro y fuera de las aulas, en el digno ejemplo ancestral y reciente, en los mapas encarnados y testimoniados, no en las desmemorias de lo inmediato sino en los principios éticos de largo alcance, no el fin sino los métodos.

Las historias así pueden leerse como un mapa y el poder como referencias y relaciones, las geografías como formas concretas del poder y el contrapoder o poder dual, desde las resistencias y las insurgencias.

Estrategias políticas hechos materiales y no de papel en leyes de arriba, leyes que se lleva el viento.

Estructuras político/territoriales: Modos de producción y sistemas político- territoriales:
Imperios, Estados, Reinos/Feudos, Repúblicas, Encomiendas, Colonias, Haciendas, Fincas, Fábricas, Empresas, …
Pueblos, Naciones, Municipios, Regiones.
Comunidades, altépetl, ayllús, kaáh, ñuú, ñaa, guichi´, balumil, Shan Shuial-ālam al-arabī, tshisanga y ditunga, comarcas, palenques, mocambos, mimbes, ladeiras, cofradías, soviets, ejidos, municipios autónomos, fábricas, cooperativas, núcleos, escuelas, …
Favelas, cantegriles, campamentos, guetos, barrios, colonias, unidades …
Movimientos, espacios, acciones de grupos, colectivos, procesos insurgentes, …

Ejemplos concretos: Palestina, Vietnam, Argelia, México- Centroamérica, América del sur, Norteamérica, territorios indígenas… o bien el Vaticano, los imperios estadounidense, británico, francés, mongol, chino, ruso, otomano, sultanatos, Roma, españoles, portugueses, daneses, …

Los territorios tienen un carácter de relieve social irregular, en ejes triples de sus dualidades; esferas de realidades en su singularidad y en su totalidad; relación de consenso y conflicto, de pasado y presente; materialidad y simbolismo, en estructura, función y profundidad; La territorialidad, -permítase la metáfora- será el rodar de esas esferas en cuerpos, pensamientos y circuitos de sociedades que responden a sus procesos históricos, su caminar en el tiempo y espacio.
Los territorios tienen configuraciones políticas internas, externas o alternas, con procesos múltiples de escala y tiempo. Son medios y parte de los medios de producción en el contexto específico de sus condiciones materiales y por las relaciones de poder, el monopolio o mejor dicho por la hegemonía del uso de la fuerza, la concentración de la riqueza y la imposición de verdades de los
sistemas de dominación y usurpación.

El territorio es estratégico al ser un proceso colectivo condicionado por las relaciones de poder, por los mecanismos de articulación social, en disputa o en redes solidarias, con cohesiones y rupturas en espacio y tiempo, es estratégico por sus contenidos, sus relaciones externas o sus localizaciones
contiguas, los territorios no son producto de meras casualidades, son productos históricos de procesos de conflicto derivadas de los modos de producción donde emergen e insurgen relaciones sociales desiguales en su dimensión espacial no uniforme.
La importancia del territorio radica en ser espacio producido/significado, donde se crean las prácticas sociales y culturales, en ello se desenvuelven significados y formas de producción; es en el territorio donde se establecen referencias, rumbos, sentidos, regiones y planes, a partir de su propia diversidad interna y sus relaciones alternas, su disputa y estructura.
El territorio es así el producto espacial de la organización del trabajo productivo de los modos de producción y transformación en sociedades y naturalezas (estructura) con expresiones ideológicas y culturales (superestructura) que se dinamizan en los modos de vida concretos diferenciados o relacionales con las otredades de interrelación; el territorio es una síntesis geográfica, política y
cultural del conflicto.

Podemos señalar que en el inicio del siglo XXI la estrategia de guerra desde el poder hegemónico del capital financiero extractivista, explotador y usurpador tiene como principales objetivos:

 La acumulación por despojo
 La reorganización del trabajo
 La expulsión de poblaciones
 La destrucción y transformación de identidades
 El control de los medios de producción
 El saqueo de los medios comunes
 El asalto del poder político a través de la invasión territorial.
El cambio del modo de producción determina finalmente las relaciones sociales nos dice el materialismo dialéctico, y las relaciones territoriales en consecuencia.

Las territorialidades se desenvuelven en el espacio y el tiempo y con ello se forman nuevas relaciones diferenciadas desde y fuera del poder.

Si bien el territorio es un concepto y un reflejo de las relaciones de poder socio-espacial, su defensa y transformación es una geoestrategia de los pueblos, el territorio es material y simbólico, es soporte físico y medio de producción. Un mito es la destrucción de la identidad, de la clase, de la acción política de resistencia por el hecho de trasladarse a un entorno urbano o a un terreno rural diferente, a mi parecer sólo se modifica la relación espacial, pero permanecen las relaciones socialesy culturales, las relaciones con el pasado y con el futuro, así como las relaciones de poder; innumerables ejemplos lo atestiguan, la ampliación espacial de redes de enlace, trabajo, festejos, prácticas. Se mantienen desafortunadamente relaciones de producción de explotación y despojo en la inmensa mayoría de las poblaciones que migran, se configuran nuevos conflictos.

Los pueblos originarios, asiático descendientes y afrodescendientes no han sido simples espectadores de la destrucción de sus diferentes mundos y realidades, se han alzado sobre la base de la memoria, la identidad y el territorio común para conformar unidades políticas de resistencia en múltiples formas y escalas de expresión, civiles, pacíficas, violentas, armadas, todas ellas parte de una guerra defensiva ante las diferentes guerras de conquista y traslado forzoso. Finalmente se va conformando guerras territoriales, guerras de clase y etnicidad, guerras sin tiempo, guerras irregulares, de enjambres y guerras de guerrillas, guerras de liberación y conjuntos articulados de culturas; con estrategias donde no sólo se contempla la derrota o el triunfo de las batallas sino donde se contempla la existencia o no de la voluntad persistente del adversario.

El paso crítico de la subsunción real a la subsunción formal es pues finalmente un proceso dialéctico de conflicto y consenso, de utopías y realidades. Los pueblos indígenas y afrodescendientes son vistos como adversarios de tiempo y espacio, de cultura y filosofía, de propiedad de medios de producción, del poder hegemónico frente a una diversidad de modos de vida y cultura. El territorio
y la territorialidad se convierten entonces en temas estratégicos del conflicto y del consenso, de la política y la guerra, de los mercados y las políticas territorializadas.
Un territorio adquiere forma real cuando se presenta en un escenario de conflicto, cuando se enfrenta a otro ejercicio de poder, de manera formal se representa en el imaginario de ambos antípodas del poder, puede ser formal en las cotidianas formas de presentarse en sus prácticas, pero real en los límites de la acción política o económica. Puede ser formal en tanto consenso alterno y estructura política de ruptura del orden y/o la jerarquía.


A partir de la capacidad de los pueblos de reconstituir territorios sobre la base de nuevas territorialidades y nuevas estructuras políticas, un territorio existe en tanto relación social con procesos de insubordinación interna y alterna. Las territorialidades pueden identificarse en la cotidianidad, en sus expresiones simbólicas y culturales, pero es en el conflicto donde se define la totalidad y la esencia territorial, el momento justo de crisis del proceso de conflicto donde emergen los rasgos significativos de totalidades que visibiliza sus singularidades.
La guerra se gana en la derrota de la voluntad del enemigo, en la permanencia después del conflicto, en sus momentos más críticos se puede definir y no sólo en su apropiación territorial, un territorio puede reconstruirse en la cultura que resiste, persiste o prevalece y en el proceso de lucha o conflicto en tensiones y contradicciones expresadas en prácticas, posiciones y movimientos, sus
acciones en el territorio y sus acciones de persistencia en otras territorialidades.
Es un proceso dinámico de fronteras porosas y móviles, como zonas de interacción más que de fronteras, de acciones y presencias de organización comunitaria interconectadas, superpuestas, yuxtapuestas, dispersas o densificadas y de relaciones frente al poder (actual Estado-capital) que pueden ser asimétricas, irregulares, superpuestas, negociadas, opresivas, corporativas, de resistencia, de rebelión, o la combinación compleja de ellas, procesos dialécticos.
Los pueblos expresan en el territorio la resistencia a esa guerra de manera abierta o de manera oculta, consiente en sí o para sí, subconsciente, con estrategias que pueden tener una dimensión local, regional, estatal, transfronteriza, binacional, multinacional, multiterritorial. Si bien existen diferentes formas de interpretación y análisis, una forma emergente es el acercamiento a la unidad y lucha de poderes territoriales sobre el eje del conflicto primordial, sus formas diferenciadas, posiciones, repercusiones, consecuencias, orígenes y causas, el territorio como espacio de disputa de poder entre proyectos civilizatorios. 1
Para el caso que nos ocupa de lo que podemos llamar la civilización del maíz y el cacao, más amplia que la región mesoamericana y aridoamericana, más profunda en sus sentidos que lo que apenas se empieza a explorar, que en sus huellas y pasos contemporáneos vuelve a expandirse más allá de las fronteras de los Estados. La autodeterminación desborda también esas fronteras.

Si desarrollamos nuestra propuesta de teoría de la producción territorial debemos considerar las formaciones sociales organizadas territorialmente como soberanías, con derecho a la autodeterminación (autonomía o independencia: formales o reales) con sistemas políticos, modos de producción y expresiones del modo de vida en la cultura, entendiendo el territorio como zona de conflicto entre fuerzas políticas con recursos y estrategias diferenciados en la dinámica de las relaciones de poder. Y en la teoría de la política de usurpación una de las formas más especializadas de la dominación y la resistencia. Podemos distinguir y proponer una regionalización que conjunta los elementos de largo tiempo y amplio espacio, formas de hacer y modos de vida, las continuidades vía la resistencia y conflicto, las diferencias de cultura y estrategia de acción política de los pueblos.
¿De qué territorio estratégico hablamos en torno a los principales conflictos en términos geopolíticos y geoestratégicos? Del territorio de los pueblos originarios, de los territorios de las clases trabajadoras, todos ellos sobre nuevas espacialidades, territorialidades y densidades, sobre nuevas realidades urbanas, rurales y rururbanas en modos de producción en disyunción o en articulación.

El proceso más complejo de esta confrontación es el conflicto socio-espacial entre los centros deslocalizados de la producción capitalista y los movimientos territorializados cuyas expresiones políticas y territoriales son la autonomía y la independencia, siendo ahora para el caso de los pueblos indígenas la más emblemática la autonomía, que implica el control y defensa del territorio,
esta autonomía es sustantiva y real cuando suceden tres procesos; la toma de los medios de producción, desde el territorio y la infraestructura con su consecuencia lógica de la mejora de las condiciones de vida material y política, el reparto de la ganancia y el trabajo colectivo; el ejercicio de autogobierno con estructuras representativas de la voluntad de los pueblos, la democratización de la vida y, la autodefensa de los derechos colectivos sociales en el territorio mismo que construyen y constituyen dicho proceso, con esto se mina o erosiona la dominación del poder y se dan dos procesos espectrales: la legitimidad de las fuerzas políticas y la ruptura del monopolio de la violencia.


La autonomía contempla una relación hacia adentro de producción y autogobierno; una relación hacia afuera de intercambio o autodefensa con distintos medios y grados de interacción económica.

1 Existen procesos en todo el continente con características de desarrollo económico, político, cultural y militar de proyecto civilizatorio de gran envergadura, Mesoamérica y los Andes, sin embargo encontramos otras formas de proyectos civilizatorios propios y contiguos, de continuidades o discontinuidades territoriales, con relaciones de conflicto o sistemas solidarios, en escalas diferentes, formaciones político-económicas, en el reconocimiento de pueblos de las diferentes zonas de articulación lingüística y cultural. Si cambiamos la escala, el método y la forma de análisis encontramos estudios por unidades geográficas o regiones, cuencas, o zonas: Norteamérica, América Central y el Caribe, América del Sur, o bien en América Latina, Mesoamérica, Aridoamérica, Oasisamérica, Andina, Amazonia, Orinoquia, Patagonia, el Chaco, las Praderas, afroamérica,
indoamérica, Medio Oriente, Sureste Asiático, Kurdistán, Anáhuac, Pueblos del sur, surorientales, orientales… La independencia implica el carácter soberano de un Estado, grupo, organización o pueblo, la independencia es asociada repetidamente a los Estados, pero no es exclusivo de ellos, existen confusiones epistémicas y prácticas que definen el concepto antisistema como mundo aislado y los conceptos resistencia, rebelión, insurrección o liberación frente a ese sistema, sea capitalista, colonialismo o imperialismo, ello son rupturas políticas y culturales que habrá que observar.


Una dinámica espacio-tiempo de identidad e identidades, con una fuerza política que garantiza la existencia real de espacios emancipados. Una autodefensa no es necesariamente una autonomía, ésta implica el desarrollo de la política, y la autodefensa es incompleta si no existe un proceso político de autodeterminación y transformación de las relaciones sociales y del poder. La independencia implica además un desarrollo económico propio. Ambas requieren de manera obligada una dimensión espacio-temporal propia y una territorialidad específica que emerge
posterior a la zona de conflicto o que permanece en el proceso de conflicto. Las singularidades de los procesos de las resistencias conllevan el movimiento de fronteras, contenidos culturales propios, mecanismos internos de gobierno, prácticas de producción y reproducción, modificación de las relaciones de poder y como consecuencia: transformación del espacio.


Los territorios son complejidades cohesionantes de identidades políticas y culturales, lugares de pertenencia, espacios a defender, espacios de refugio y abrigo, se apropian, se hace conciencia de su pertenencia, como asimetría del poder es un elemento de tensión entre soberanías, medios de producción y formaciones culturales, los territorios son marcados y referenciados simbólicamente por múltiples referentes de sentido. Geosímbolos, horizontes geoestratégicos y políticos. Los pueblos originarios en México y América son culturas de resistencia conformando milenariamente territorios de resistencia, territorios estratégicos en el mundo contemporáneo global lleno de frentes de resistencia y sentidos, con múltiples marcadores de horizontes a ras de tierra que reflejan procesos de largo tiempo y escalas múltiples, en los testimonios de tierras y cuerpos.


Podemos señalar tres ejes de las geoestrategias de invasión del Estado subordinado al Capitalismo como sistema de dominación, de asociación geográfica, histórica y antropológica:

  1. Avanza sobre la toma y absorción de la cúspide de la pirámide social en territorios capitales centros de alta concentración de población y capital, mercados acordes a la división internacional del trabajo como lugares sede neurálgicos operativos y políticos.
  2. Al extender y multiplicar los centros nodales sedes, urbes ordenadoras regionales con explotación de fuerza de trabajo, despojo de tierras y expulsión social de excluidos con centros articuladores hegemónicos nacionales y mundiales.
  3. Despliega dispositivos a través del despojo territorial, con incorporación de cuerpos-tierras, elimina soberanías y margina o invade territorios no conquistados.

Entre la subsunción real y la subsunción formal 2 del modo de producción capitalista existe un amplio espectro de formaciones yuxtapuestas, superpuestas y dialécticas que combinan las relaciones económicas en aspectos territoriales de gran magnitud, esa diferenciación entre subsunción genera procesos de conflicto; los pueblos originarios y afrodescendientes para las diferentes realidades de América Latina y el sur social del planeta en sus diferentes mundos y territorios son procesos históricos pero también pueblos subsumidos, muchos de ellos en abiertos procesos de resistencia, otros de ellos en procesos cuasi ocultos, formas brechtianas de resistencia. Sin embargo, dichas formas poco revolucionan las relaciones de producción, las ralentizan, pero no las transforman. En

2 Ver: Capitulo VI de Carlos Marx (1971) los momentos clave como hemos visto, esas disrupciones se verán reflejadas por las llamadas revoluciones, cambios abruptos que se manifiestan a partir del cúmulo de agravios y de las contradicciones propias del desarrollo de fuerzas productivas y las relaciones de poder, lo que genera cambios territoriales específicos y transformaciones culturales, el territorio como síntesis de la guerra y la cultura, como espacios resultantes del conflicto de modos de producción.

Podemos proponer un esquema inicial para las coordenadas históricas en la macro región mesoamericana. Modos de producción y sistemas políticos-ideológicos- sobre la base originaria.

1.-Territorios arcaicos. Períodos precerámico, cerámico, y su transformación en la Revolución del neolítico.

2.-Civilización del maíz y el cacao. Preclásico, basamentos urbanos y estructuras socioterritoriales transformadas por la Revolución agrícola.

3.-Sociedades sacerdotales hacia las militaristas, sistema urbano mesoamericano. Períodos Clásico y Postclásico. Imperialismo territorial, económico, despótico tributario y Revolución hidrológica.

4.-Invasión europea y colonialismo. Reinificación, imperialismo, feudalismo en transición capitalista, renacimiento y Revolución técnica de expansión territorial.

5.-Estado-Nación, independencias y guerras de reforma. Liberalismo, Reorganización Imperialista. Revolución política y territorializada en Estados independientes hegemónicos colonizadores internos.

6.-Otras naciones: revolución y estado posrevolucionario. Expansionismo, imperialismo bélico, reconfiguración territorial con la Revolución industrial.

7.-Pueblos alter Estatales e imperialismo neoliberal. Multiculturalismo, plurinacionalidad, hibridaciones territoriales en transición y la Revolución tecno industrial digital del imperialismo del capital financiero.